CrónicaSociedad

A mi madre, Fidelina

Fidelina, un nombre que no necesita adornos porque lleva consigo la fuerza de quienes han hecho de la vida un acto de entrega constante

Por Tairis Montano Ajete

Fidelina nunca ha esperado que las condiciones sean ideales para avanzar. Ha aprendido a trabajar con lo que hay, a resolver cuando parece que no hay solución.

Ha sido maestra en la paciencia y experta en el arte de transformar lo poco en suficiente. Cuando la electricidad desaparece, ella enciende el carbón como quien enciende una esperanza, porque sabe que su hogar nunca puede quedarse sin calor.

No importa cuántos obstáculos aparezcan. La vida ha tratado de poner pruebas, pero Fidelina siempre encuentra la forma de seguir adelante. No se lamenta, no se detiene, no duda. Su fortaleza es silenciosa pero inquebrantable. 

Y en medio de todo nunca ha perdido la ternura. Sigue abrazando con la misma suavidad de siempre, sigue sonriendo como si el mundo no pesara sobre sus hombros. En su mirada hay calma, en su voz hay confianza, en sus manos hay amor. 

Hoy, en el Día de las Madres, Fidelina merece más que palabras. Merece que cada gesto cotidiano sea un tributo, que cada recuerdo sea un homenaje, que cada hijo que ha formado sepa que su grandeza radica en su amor incansable. 

A todas las Fidelinas del mundo, a todas las madres que como ella desafían la rutina, enfrentan las dificultades y siguen iluminando el camino con su amor, va este reconocimiento. Porque si hay algo que ellas han demostrado, es que una madre siempre encuentra la manera de hacer que la esperanza no se apague.

Informaciones relacionadas

La madre que desafía el tiempo

 

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba