
Por Raisa Díaz Miranda
La era moderna obliga a la superación. El desarrollo tecnológico forma parte de ella, y el hombre avanza a la par. La construcción de equipos en diferentes áreas hace de la sociedad un lugar mejor.
A partir de todo este desarrollo llegan las motocicletas, que evolucionan con intención y, entre colores como el rojo, azul y morado, convierten su permanencia en un verdadero festín.
La ironía llega a flor de piel: necesarias, cómodas, a la moda, vuelan como pájaros sin rumbo y surcan la carretera con la velocidad de un rayo, sin importar condición o tiempo.
Las motos, motocicletas y ciclomotores son variadas y, si bien embellecen la vía terrestre y ayudan en situaciones de apuro, son transportes peligrosos para quienes no cumplen las leyes de tránsito.
En tiempos recientes, no importa el sexo: mujeres y hombres protagonizan la dirección al volante. Sin embargo, existe una alarma por las indisciplinas recurrentes; permitirlas implica que sucedan accidentes.
La edad sí importa. El respeto al paso peatonal implica disciplina. Busquemos juntos la mejor solución: no es un circo, no hay por qué hacer magia con el manillar, ni saltos de acróbatas para demostrar valor. Las medidas deben cumplirse; respetar las normas ayuda a salvar vidas.