Juan, el que sembró su historia con un grano de maíz

Cada 1 de octubre se celebra el Día Internacional de las Personas de Edad para sensibilizar sobre los problemas y retos que enfrentan las personas mayores, promoviendo además los derechos humanos y el bienestar de esta población
Por Tairis Montano Ajete
Cuando llegué, estaba leyendo. No el periódico, no una novela ligera. Leía Un grano de maíz, esa conversación larga y sin maquillaje entre Fidel Castro y Tomás Borge. Lo sostenía con firmeza, como quien sostiene una bandera; y aunque le falta una pierna, le sobra entereza.
Se llama Juan Rodríguez Ramos, tiene 66 años, es natural de San Juan y Martínez y Licenciado en Educación Laboral. Hoy vive en la Casa del Abuelo del territorio, donde todos son familia, aunque no compartan lazos sanguíneos.
Dice que llegar a la tercera edad es maravilloso. Lo dice sin ironía, sin queja. Lo dice como quien ha sobrevivido a muchas cosas y aún tiene ganas de vivirlas todas.
Recuerda su infancia con ternura y con los pies descalzos. “No tenía zapatos que ponerme”, cuenta. Pero una unidad militar cercana a la escuela lo apadrinó. Y el problema se resolvió, no con discursos, sino con botas.
La vida le dio dos hijos, tres nietos y una discapacidad adquirida. Problemas de circulación le arrebataron la pierna izquierda, pero no la dignidad. “Sé defenderme”, -dice, y uno le cree.
Cuando habla, no hay lamento, hay memoria, hay resistencia. Hay una especie de paz que solo tienen los que han peleado mucho y han ganado.
Lee Un grano de maíz como quien busca respuestas. Como quien sabe que la historia no está solo en los libros, sino también en las piernas que faltan, en los zapatos que llegaron tarde, en los nietos que hoy lo abrazan.
Este 1 de octubre, Día Internacional de las Personas de Edad, el abuelo Juan no pide homenajes, pero merece todos. Porque su vida es una crónica de ternura y coraje. Porque sembró su historia con un grano de maíz; y hoy, en la Casa del Abuelo, florece.