
Por Raisa Díaz Miranda
Su figura de guerrillero valiente enaltece las ideas de todos los que lucharon al servicio de la Patria. Nada enorgullece más al cubano patriota y agradecido que sus enseñanzas. En cada atisbo revolucionario su ejemplo imperecedero cautiva como llama de fuego que vibra y pulula ante injusticias y resquemores.
Fue discípulo permanente de José Martí, en su sangre bullía la pureza de ideales de los combatientes que hicieron frente al colonialismo y neocolonialismo. La fuerza de sus principios fue guía para pasadas generaciones, y seguirá siéndolo en presentes y futuras. Su voz incitó a palpitar de amor y esperanza ante el ultraje de incontables desmemoriados.
La Historia fue para él un acicate seguro en pos de la victoria. Una vida consagrada al bien común hizo que su actuar fuera paradigma de justicia y denuedo.
Hoy el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz sigue brioso en el corazón de cada uno de sus hijos. Su espíritu consagrado secunda las dificultades que en estos tiempos enfrenta, no solo Cuba, también el mundo. Él inspira solidaridad, altruismo, consagración y heroísmo. Su permanente presencia cautiva el camino encumbrado. Fidel es la fuerza que necesitan muchos para seguir adelante.





