
Gisela Bernal Machado es una figura esencial en la promoción de la lectura y la cultura literaria en Sandino. Con dedicación incansable, ha transformado su librería en un puente entre generaciones y un refugio para los sueños
Por Tairis Montano Ajete
En Sandino, Pinar del Río, donde el ajetreo de la vida cotidiana a menudo deja poco espacio para detenerse a soñar, Gisela Bernal Machado ha sido, durante más de tres décadas, la brújula que guía a su comunidad hacia mundos literarios inimaginables.
En su pequeña librería no solo se venden libros; se cultivan ideas, esperanzas y sueños.
Gisela es más que una librera. Es una historiadora oral de la literatura cubana, una curadora de anécdotas que resuenan en la vida de niños, jóvenes y adultos que han tenido gracias a ella, su primer acercamiento al placer de leer.
Su voz pausada y su mirada serena esconden años de esfuerzo, desafíos y amor incansable por las letras. “Cada libro que vendo es como regalarle una oportunidad al lector de viajar sin salir de casa,” comenta con esa humildad que la caracteriza.
Durante épocas difíciles, cuando los libros parecían escasear más que los recursos, Gisela se mantuvo firme, ofreciendo sus recomendaciones con el mismo entusiasmo de siempre. Porque para ella, la literatura no es solo entretenimiento; es alimento para el alma y la mente.
A propósito de la reciente celebración del Día del Libro Cubano, Sandino le rinde homenaje a esta mujer cuya vida es, en sí misma, una novela de entrega y pasión. Gisela no solo ha vendido libros; ha tejido puentes entre generaciones, ayudando a construir una comunidad más culta y sensible.
En un rincón de esta tierra, Gisela Bernal Machado sigue escribiendo, página a página, la historia de su pueblo con cada libro que pone en manos de sus vecinos. Ella nos recuerda que en un mundo donde todo parece efímero, las palabras tienen el poder de perdurar para siempre.
¿Qué sería de Sandino sin su eterna librera? Una respuesta que, por suerte, no necesitamos imaginar.
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