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Las «bromas telefónicas» pueden herir sentimientos. Diga !NO! al mal uso del teléfono

Quienes utilizan las bromas telefónicas, juegan indiscriminadamente con los sentimientos de las personas y les faltan al respeto de una manera grosera

Sandino -Si usted tiene teléfono en su domicilio o en su trabajo de seguro sabrá lo que mortifica escuchar el teléfono, levantar el auricular y escuchar el silencio como respuesta a sus reclamos. Eso puede ocurrir lo mismo a las nueve de la mañana que a las doce de la noche o las cuatro de la madrugada, en verdad a quienes hacen esto, no les importa otra cosa que divertirse a costa de la irritación de los demás.

Hay quienes van un poco más allá y se atreven a hacer falsas acusaciones, lo mismo fingiendo ser novias o novios de su pareja que alertando acerca de posibles infidelidades, que si se asumen con seriedad originan no pocos problemas en el seno de la pareja.

Actuar de esta manera tiene ante todo una evidente carga de irresponsabilidad que puede acarrear consecuencias significativas para sus autores y para sus víctimas, con todo lo que ello implica en el orden personal y de las posibles relaciones existentes.

Las bromas pueden ser de muy mal gusto

Quienes utilizan las bromas telefónicas, juegan indiscriminadamente con los sentimientos de las personas y les faltan al respeto de una manera grosera, por eso bien merecen el desprecio e incluso sanciones legales que muy poco se aplican debido a que no siempre es posible identificarles.

Pero el otro lado del asunto es que emplear las líneas telefónicas para este tipo de pasatiempos irracional contribuye también a que se aumente la circulación por las mismas en detrimento de la eficiencia de las comunicaciones por simple diversión. Por supuesto que no es correcto que usted pretenda entretenerse a costilla de los demás ni de manera personal ni a través de la vía telefónica, porque a fin de cuentas el respeto a los demás es premisa para que los demás le respeten a uno. Por otra parte lo que para usted puede parecer una diversión para los demás puede constituir un verdadero fastidio y hasta un motivo para el sufrimiento.

Piense por ejemplo en aquellas personas que tienen familiares que viven lejos, o quizá hasta un enfermo y en medio del silencio de la madrugada escuchan el teléfono sonar y al descolgar escuchan una ligera sonrisa, una respiración o sencillamente nada. Qué pensaría usted, le gustaría pasar por el momento de imaginar que algo malo ocurrió y falló la comunicación.

Una válida recomendación

Le recomiendo por lo tanto ser muy prudente en este sentido y educar a sus hijos y a las demás personas que conviven en el hogar para que no incurran en hechos de este tipo que en nada benefician a la familia ni a los demás y que pueden originar disgustos de todo tipo. Dejemos a un lado las actitudes infantiles y malsanas, disfrutemos del servicio telefónico como eficaz medio de comunicación para materializar nuestras mejores intenciones, no para ocasionar molestias y disgustos inmerecidos.

Noemís Balmaceda Alvelai

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